Óleo sobre tela, 90 X 130 cm
Terminé de pintar la gran “Roca Sagrada” de Machu-Picchu, el viento sopló con fuerza y la pintura aún fresca cayó cara a tierra. Inicié mi regreso y al pasar por la "escalinata de las fuentes" puse el cuadro bajo el chorro andino, la tierra y la hiedra adherida desapareció junto al agua por los canales tallados en la piedra. Al dar la vuelta para seguir mi camino un hombre me dijo: “Este cuadro será muy importante en tu vida”. Días después lo reencontré y tuve el privilegio de descubrir su sabiduría. Juan Núñez del Prado antropólogo y profesor de la universidad de Cuzco (cuarto grado, gran sacerdote quechua).
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